Era Gerardo en la primaria, me contó, tenía un gran amigo con el que siempre juagaba en el recreo, era un niño que tenía cierta energía inexplicable y que te la pasabas a lo grande con él. Gerardo me dijo, que también aquel amigo suyo contaba muchas historias, de viajes y aventuras, del porqué llegaba a la escuela lleno de moretones... decía " estabamos ahi, frente al león, yo no podía hacer nada más que luchar contra él".... Un buen día le dijo a Gerardo que tenía un Panda, si... un Panda bebé de esos blanco y negro, pero no sólo le contó eso, sino que le prometió que se lo regalaría. Gerardo todos los día de aquel segundo de primaria se levantaba con la ilusión de encontrar en la escuela a su Panda bebé, que jugarían los tres amigos. Cada mañana era despertar con ilusión pura. Cuando llegaba a la escuela y su amigo le decía que ese día no habia podido traérselo, tal vés entristecía, pero solo por unos momento, después recordaba que él tenía un Panda... que era suyo, uno de esos blanco y negro. Pensaba en lo hermso que era, suave y abrazable, fuerte y jugetón, imaginaba las tardes en su casa mostrándole a su panda bebé las cosas de la vida, del futbol, de las niñas, de su mamá y de su papá, quería mostrárselo al abuelo, qué tanta falta le estaba haciendo esos día. De pronto, un día la maestra en tró al salón y ..... "Bueeenooos díaaas maeeeestra Conchiiiita!!"... les dió la noticia de que aquél muchacho amigo de Gerardo no volvería a la escuela... dejó de asistir su amigo, nunca volvió a verlo, y tampoco supo de él...
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