domingo, mayo 30, 2010

Último piso

No existe nada tan verdadero como la soledad.

No existo ante tanta bastedad, en mi cuarto, aumenta el nivel del mar. Las palabras agobiantes de martirios absurdos rondan la escalera, el caracol que te lleva al último piso. No pienso dejarles entrar, aquí solo cabemos nosotras dos.

Se inunda el agujero de mi bolsillo izquierdo con las aventuras from muy reckless mind. El derecho siempre humedecido por el sudor de la mano, que a tientas llega a tocar la puerta del vagabundo.

-Qué el bienestar se quedó a cenar, quizá vuelva mañana.

lunes, mayo 17, 2010

A donde se fue abril II

-Le gustaba caminar por las noches mientras los demás dormían en la inconsciencia del amanecer inmediato. Surcaba ilustraciones de países lejanos con brochas de 2 pulgadas hechas de mi cabello enredado. Cuando daban las siete y siete, siempre metía la cabeza donde ninguna otra cabía, buscaba un sitio distinto cada amanecer. Era entonces cuando gritaba hacia el infinito de la calentura cuánto amaba deslizarse por las ramas del ensueño vida.-

Otro Gato dobló a la esquina y no pudimos verlo más. Sin embargo sus palabras descubrieron ante los oídos sordos de mi anciano cuerpo un paradigma antiguo. Mi mano solía contarme cuando niña de él. Se supone que cada uno tiene un cada cuál para cada cosa, como si todos tuviésemos un lugar en el plato del porvenir, uno de paladar muy fino.

Hay mañanas como ésta en que quisiera volver a la Casa Grande, caminar con el Gato en las madrugadas húmedas con el amanecer a cuestas. La salamandra no volvió a brillar después de que se fuera Otro Gato, Julia nunca supo dónde la ocultábamos.

Libélulas tornasol

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