miércoles, noviembre 24, 2010

Colectivo

Y me pregunto una y otra vez qué es lo que hago aquí. Paseo la mirada por la comisura de los labios del joven de enfrente, que tiene es cosa blanca que no me deja concentrar. No entiendo por qué voy camino a tu casa. Mientras sigo mirando a todos y me detengo en el punto donde sólo veo la ventanilla y la calle, detrás. Un callejón estrecho se abre paso entre dos casas de concreto, por un segundo veo la cortina saliendo por una ventana que no reconozco, al fondo del callejón al lado de una puerta pequeña que anuncia potable.

Me perdí en ese sueño hasta que llegamos a la base, aún sentía el viento de la playa llevando arena hasta mis pies. Fue un hombre viejo el que me despertó con la mano en el hombro. No puedo recordar el camino de regreso, ni hacia tu casa. No me importa seguir viviendo. Comienzo a bostezar a ver si así despierto de verdad.

La primera vez solo quería que llovieran lunetas de durazno en almíbar. La segunda se la comieron todos menos yo, anduve repartiendo viento hasta que se secó el sentido. Tercera vez que te digo que vuelvas antes de que el mundo se acabe, salen con historias de imperios, pero yo solo quiero filosofía de imposibles y prohibidos.

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Libélulas tornasol

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